19/1/14

Sochi, el deseado 'paraíso sexual' de la antigua Unión Soviética




El 17 de julio de 1986, en plena Perestroika, la portavoz del Comité de Mujeres Soviéticas Liudmila Ivanóva dijo por la televisión una frase que hizo historia: "En la URSS no hay sexo". En realidad, aquella mujer no quería decir que no hubiera sexo en la Unión Soviética, sino que no había libertad para hablar de ello porque el sexo estaba fuera de los espacios públicos. Pero aquella rotunda frase fue el inicio del fin de ese tabú.

Ni el núcleo duro del poder ni la poderosa propaganda soviética podía detener el instinto básico de la naturaleza humana. Y en la Unión Soviética empezaron a nacer pequeñas 'islas de amor' donde habitaba una cierta libertad sexual para que la ciudadanía pudiera relajarse y tomar nuevas fuerzas para seguir con la construcción del comunismo.

Los balnearios y las llamadas 'casas de descanso' eran los paraísos más habituales para descargar la energía acumulada. Además, el sistema de trabajo en la URSS hacía difícil que coincidieran las vacaciones de los miembros de las familias, por lo que el turismo lo solían hacer muchas veces por separado.

Entre estos 'paraísos sexuales' resaltaba Sochi, el más lujoso balneario soviético en el Mar Negro y al que todos los ciudadanos de la URSS querían ir, aunque solo fuera para cumplir con una de las frases acuñadas en aquella época: 'A Sochi por dos noches'.

Ya en 1929, el flamante balneario fue testigo del flechazo que desembocó en el tórrido romance del genio de la poesía rusa del siglo XX Vladímir Mayakóvski y su último amor, la actriz Victoria Polónskaya. La hija de Stalin, Svetlana, y su esposo, el indio Brajesh Singh, pasaron largas estancias en Sochi, vigilados siempre por agentes del KGB.

La imagen de Sochi como ciudad "sin complejos" y donde sí se podía hablar de sexo saltó al mundo de la literatura y a la gran pantalla de la URSS, sin que la censura pudiera ocultar lo que todo el mundo ya sabía o se imaginaba. Este febrero, Sochi albergará cuerpos hermosos de atletas de todo el mundo que, además de medallas olímpicas, disfrutarán de otros placeres sin necesidad de subirse a ningún podio.




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